HISTORIAS ANTIGUAS, CULTURAS Y COSTUMBRES

miércoles, 9 de junio de 2010

el mal eficio

CUENTOS Y LEYENDAS

El Maleficio

La esperó en una esquina, le tapó la boca con sus manos y la llevó a un monte cercano donde trató de violarla, acto que no pudo consumar por los gritos de la muchacha. Llegaron los vecinos, quienes capturaron a Samuel y lo entregaron a las autoridades Honduras

Honduras 24.10.2008
Jorge Montenegro

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Sucedió en Valle de Ángeles, muy cerca de la ciudad de Tegucigalpa, en 1968. Ésta es la historia de una joven bonita de aquella comunidad a la que todos los hombres admiraban, pero había uno en particular que “le llevaba hambre”.

Se llamaba Sarita y su pretendiente correspondía al nombre de Samuel. Resulta que Samuel estaba obsesionado con la muchacha, aunque ella no le hacía caso, le aparecía en todas partes hasta que un día llegó a sentir miedo terrible cada vez que lo miraba. Una tarde, aquella obsesión de Samuel lo llevó a cometer un acto de violencia en contra de Sara.

La esperó en una esquina, le tapó la boca con sus manos y la llevó a un monte cercano donde trató de violarla, acto que no pudo consumar por los gritos de la muchacha. Llegaron los vecinos, quienes capturaron a Samuel y lo entregaron a las autoridades.

La indignación fue calmada por los agentes del orden público y cuando se llevaban a Samuel éste gritó: “Díganle a Sarita que aunque nunca sea mi mujer va a perder su virginidad con un animal”. Aquellas palabras causaron risa a los ahí presentes: “No cabe la menor duda de que ese hombre es un tonto”, “Los golpes que le pegamos lo dejaron más bruto de lo que es”, opinaron. Finalmente Samuel fue trasladado a la Penitenciaria Central de Tegucigalpa por la grave acusación que pesaba sobre él.

Una mañana Sara amaneció con deseos de vomitar, le dijo a su mamá que se sentía mal y la llevaron donde un médico. Luego de examinarla el doctor dijo que estaba sana y que posiblemente algo que había comido le provocó náuseas.

En los meses siguientes presentó todos los síntomas de una mujer embarazada, la barriga le iba creciendo y los vecinos comenzaron a murmurar. Nuevamente la llevaron a la clínica y el médico les explicó que la muchacha era virgen, que no estaba encinta. En los días subsiguientes fue examinada por varios médicos y el diagnostico fue el mismo: “Ella no había perdido su virginidad, no está embarazada”.

Una tía de Sarita que había llegado de San Juan de Flores manifestó que nadie iba a detectar el embarazo porque aquello era “un mal” que le habían hecho a su sobrina. Por consejos de un señor se trasladaron a Tegucigalpa en busca de una señora llamada María de la Paz, a quien conocí después de la curación de Sarita. Doña María llegó a mi oficina en ese tiempo yo trabajaba en Emisoras Unidas.

Ella sacó de un costal un bote grande que contenía el cuerpo de una tortuga sin caparazón y poco a poco me fue narrando lo sucedido en Valle de Ángeles. “Aquí están las pruebas don Jorge, ella perdió su virginidad con un animal, como lo había dicho Samuel, quien fue asesinado en la Penitenciaria Central y desde el penal le hizo la brujería. Como pude ver se trata de una tortuga y aunque la ciencia médica no lo acepte y muchas personas se burlen, el mal existe. Afortunadamente Sarita está bien, gracias a Dios yo serví humildemente para sacar el mal”, relató.

Doña María de la Paz falleció hace muchos años. Cuando conversamos me dio la impresión de ser una mujer fuerte, decidida, que no le tenía miedo a nada. El caso fue muy comentado en Valle de Ángeles y en todo el país cuando lo di a conocer por el programa radial “Cuentos y leyendas de Honduras”, aún hay personas que hacen la señal de la cruz para alejar el mal de sus vidas.

Hay quienes viven practicando brujerías para causarle daño a los demás, pero existen personas que se encargan de curar esos males, como aconteció con doña María.

Regresando al tema de la joven que fue víctima de la hechicería, podemos afirmar que en aquellos días cualquiera que miraba a Sara podría decir que estaba embarazada, pues algo se movía en su vientre como si fuera un bebé.

Los familiares de la muchacha estaban aterrados, no sabían qué hacer, los médicos y las parteras decían que no estaba embarazada pues era virgen y resultaba ridículo pensar que sin tener relaciones sexuales pudiera estar encinta. Don Zelaya, amigo de la familia, dijo claramente lo que sucedía: “Esta muchacha es víctima de una fuerte hechicería, yo conozco a la persona que la puede curar”.

Fue así que viajaron de Valle de Ángeles a la capital en busca de doña María, quien recibió a la madre de la muchacha y con la información proporcionada por ella le dijo: “ Ella va a perder su virginidad… ya veremos qué animal le pusieron en el vientre”.

Cuando la curandera llegó al Valle a una humilde vivienda hizo salir a todas las personas que ahí se encontraban y sólo permitió que la madre de Sara estuviera presente: “Vea lo que vea -dijo doña María-, oiga lo que oiga no vaya a gritar ni haga ruidos, es muy peligroso porque estas cosas son del demonio”.

A la ocho de la noche doña María le dio de beber a Sara un té de hierbas y poco después comenzaron los dolores de parto. La curandera colocó una paila llena de agua limpia al pie de la cama, los dolores continuaron hasta que finalmente Sara expulso una tortuga sin caparazón que cayó en la paila llena de agua, nadó unos minutos y luego se murió.

“Fue algo espantoso. La mamá se desmayó, la muchacha quiso ver lo que había echado y no se lo permití. Por fortuna, la gente humilde sabe obedecer y todos siguieron mis instrucciones. Quizás en este mundo existan quienes se rían de estas cosas y se burle, de ellas, pero el mal existe”, dijo doña María.

Una tarde llegó a mi oficina doña María a decirme que iba a despedirse porque pronto dejaría este mundo, pero que llevaba el recuerdo de nuestra amistad. Dos meses más tarde sus hijos me avisaron que había muerto de cáncer.


(Tomado del Diario La Prensa, San pedro Sula, Honduras, CA.)