HISTORIAS ANTIGUAS, CULTURAS Y COSTUMBRES: HISTORIAS QUE MARCARON A LOS FAMOSOS

lunes, 31 de mayo de 2010

HISTORIAS QUE MARCARON A LOS FAMOSOS

JULIO VERNE

Con ocho años, Julio Verne asistía en París a la escuela de madameSambain, la viuda de un marino que le contaba anécdotas de los viajesque realizó con su esposo. Aquellos relatos despertaron su pasión porla aventura. Así, el escritor contó en su autobiografía, Recuerdos deinfancia y juventud, que cuando su padre le mandó interno a un colegio,trató de fugarse. Hizo una cuerda con sábanas y se descolgó por laventana, pero fue sorprendido por un jardinero. Charles-Noël Martinrelata en su libro La obra y la vida de Julio Verne que el muchachorealizó un segundo intento de fuga con once años. Pretendía llegar aMarsella y embarcar rumbo a las Antillas para conseguir un collar deperlas y regalárselo a su prima, de la que estaba enamorado. Por esaaventura se ganó una paliza de su padre, quien le hizo prometer quedesde ese día solo viajaría con la imaginación.


ALPHONSE CAPONE

El pequeño Alphonse ya apuntaba maneras desde su más tierna infancia,porque con solo doce años fue expulsado de su escuela en Nueva York porescupirle en la cara a un profesor. Nunca volvió a pisar un colegio, ypara que no perdiera el tiempo holgazaneando en las calles, sus padresle buscaron un trabajo en una tienda de dulces. Allí, según labiografía escrita por John Kobler, se hizo amigo de Johnnie Torrio, unmangante que controlaba las pandillas juveniles del barrio del Bronx.“Para un chico como Capone, que era tan duro y espabilado pese a sucorta edad, las bandas suponían la vía de escape más rápida a una vidade privaciones y trabajo duro”, escribió Ko­bler. “Al, comootros muchos chicos, ejercía de correo, recogiendo para los gánsterslas recaudaciones de las salas de jue­go. Además, él y susnuevos compañeros se peleaban, fumaban y bebían.


QUENTIN TARANTINO

El gusto por la violencia de Quentin Tarantino se manifestó en su mástierna edad, porque con cuatro años liquidó a su primera víctima: unpez. “Lo saqué de la pecera, lo tiré al suelo y lo pisé”, relató en unaentrevista concedida a EFE durante su visita a España en 2003. “Pero noquiero que nadie piense que era un niño sádico, ni cosas por el estilo.No me di cuenta de lo que había hecho hasta que el pobre bicho yaestaba reventado”. Igualmente, su madre, Connie, se sorprendía de quecada vez que el crío jugaba con sus soldaditos, de su boca salía unaretahíla de tacos digna de una taberna. Cuando ella le reprendía, élrespondía: “No soy yo quien dice esas cosas, mamá. Son los personajes,que hablan así”. Paralelamente, en el colegio, Quentin destacó por sernegado para todas las materias. “Yo era ese niño tonto al que le cuestaseguir a sus compañeros”, confesó el director de cine.


JAMES ELLROY

Las obsesiones literarias de muchísimos escritores están enraizadas ensu infancia.?James Ellroy vivió una de las peores experiencias que sepueden sufrir en la niñez: con diez años estaba pasando unos días encasa de unos familiares cuando recibió la noticia de que su madre, quese dedicaba a la prostitución, había sido asesinada. El crimen nunca seresolvió, y Ellroy lo recreó en su novela La dalia negra.


STEPHEN KING

Una experiencia similar la vivió Stephen King, quien, a los doce años,quedó impresionado por el asesinato de un niño de su vecindario. Lasmuertes de críos de corta edad son una constante en sus novelasposteriores: ej . cemeterio de animales.


J.R.R. TOLKIEN

Curiosamente, J. R. R. Tolkien, autor de El señor de los anillos,descubrió su pasión por los mundos fantásticos a los seis años, despuésde picarle una tarántula que le dejó al borde de la muerte. El futuroescritor pasó su convalecencia leyendo una enciclopedia sobre criaturasmitológicas, que años después formarían su universo literario.


OSAMA BEN LADEN

Nadie habría dicho, viendo su infancia, que Bin Laden llegaría a ser elenemigo público número uno. Tuvo una niñez dorada, ya que su padre eraun poderoso constructor que tuvo 54 hijos. Cuentan sus biógrafos queOsama era un niño despierto que se convirtió en uno de los favoritos desu progenitor al compartir con él su amor por el desierto. Por eso, BinLaden y otros seis hermanos le acompañaban en largas acampadas, en lasque aprendían a cabalgar y a manejar armas de fuego. Su padre falleciócuando él tenía once años, y le dejó en herencia una fortuna quevariaba, según las fuentes, entre 80 y 300 millones de dólares.


WOODY ALLEN

Resulta difícil imaginar a Woody Allen en un ring, pero tal y comoapunta en el libro Conversaciones con Woody Allen, de Eric Lax, en suinfancia reveló inesperadas habilidades pugilísticas. Durante su niñeztuvo que soportar las burlas de otros chavales, y que le llamarandespectivamente Red por su cabello pelirrojo: “Un día que iba a clasede violín, un energúmeno me gritó: ‘¡Eh, Red!’ Yo me encaré con él y ledije: ‘Mi nombre no es Red, ¿te enteras, pedazo de mula?’ Los médicostuvieron que sacarme el violín del esófago. Menos mal que no estudiabaviolonchelo”. La anécdota, evidentemente, está exagerada, pero trasaquel suceso, Woody comenzó a practicar boxeo: “Llegué incluso acompetir, y hasta gané un trofeo escolar”, cuenta Allen.


HUGO CHAVEZ

La madre de Hugo Chávez siempre soñó con que su hijo fuera sacerdote.Por eso, durante muchos años, el futuro líder de la revoluciónbolivariana ejerció de monaguillo en una parroquia de Caracas. Pero lagran pasión del muchacho era el béisbol y pasaba todo su tiempo librepracticando este deporte. De hecho, parece ser que si años después sealistó en el Ejército, fue únicamente porque: “Los paracaidistas teníanel mejor equipo de Venezuela”, explicó Leonardo Ruiz, un amigo de lainfancia de Chavez, en una entrevista concedida a la revista Time.Según Leonardo, el pequeño Hugo ya era todo un carácter al que no legustaba nada que le contrariasen, y relata una anécdota de su infanciadigna de El padrino. Con doce años le cortó la cabeza a un burro muertoy la dejó delante de la casa de una niña que le gustaba, y que le habíaignorado. “Fue algo de muy mal gusto”, recuerda Leonardo, “pero Hugoera así”.


THOMAS EDISON

Nadie en su escuela habría dicho que Thomas Alva Edison iba aconvertirse en uno de los grandes genios del siglo XX. De hecho, susprofesores creían que el muchacho tenía una inteligencia limitada, yaque le costaba asimilar sus enseñanzas. Pero su único problema real erauna incipiente sordera provocada por la escarlatina. El hecho quecambió su vida se produjo en 1862, cuando tenía doce años. Como relataW. E. Wise en su libro Edison, the youth and his times, salvó la vidadel hijo del jefe de estación de su ciudad. Edison vio como el niño,que jugaba en las vías, iba a ser arrollado por un tren y se lanzósobre él, le tiró y le cubrió con su cuerpo mientras el tren pasaba aescasos milímetros de ellos. Por aquella hazaña, el chico fuerecompensado con un curso de telegrafía que fue el principio de sucarrera como inventor.


TOD BROWNING

Con trece años, Tod Browning, uno de los genios del cine mudo, autor deobras maestras como?Freaks, trabajaba en un circo ambulante ganándosela vida como cadáver viviente. Según cuenta David J. Skall en su libroThe monster show, el pequeño Tod era enterrado (después de que unsupuesto doctor certificase su muerte) en un ataúd que tenía camufladoun sistema de ventilación. El chico pasaba 24 horas en aquel féretro,alimentándose con bolitas de leche malteada y dando rienda suelta a suimaginación para soportar aquella experiencia claustrofóbica. “Laprimera vez fue la peor”, contó el cineasta años después. “Cuando sentíla arena golpeando contra el ataúd empecé a sentir pánico. Pero horasdespués me invadió una profunda calma, como si realmente hubieramuerto”. Al día siguiente, otro miembro de aquella compañía decharlatanes pedía que desenterraran el ataúd y simulaba resucitar a Todcon sus poderes mágicos.


STEVEN SPIELBERG

Steven Spielberg odiaba las matemáticas. “Mipadre me explicaba que dividir tres entre cuatro era imposible, y yo ledecía: “Claro, porque no se puede poner el tres en el agujerito delcuatro”, relató el director de Tiburón en un artículo biográfico. Encambio, su pasión eran los trenes de juguete. Pasaba horas haciéndoloschocar. Por eso, su padre, harto de su malas notas, le amenazó contirarlos a la basura. “Me asustaba tanto no verlos más”, recuerda, “quecogí el tomavistas de mi madre y los grabé mientras chocaban por últimavez”. Al mirar aquellas imágenes descubrí una nueva pasión”. Así nacióuna leyenda del cine.


MARIA SHARAPOVA

Con 4 años conoció al campeón de tenis Yevgeny Kaflenikov, quien le regaló su primera raqueta.


ALBERT EINSTEIN

Einstein (en la foto, junto a su hermana) nació con una cabeza tangrande que su madre pensó que había alumbrado un bebé deforme. Temoresinfundados, ya que, al desarrollarse, la cabeza del niño adquirió unvolumen normal. En cambio, varios biógrafos creen que el científicosufrió alguna especie de autismo, ya que no habló con fluidez hasta loscinco años. El historiador Otto Neugenbauer cuenta que su pasión por laciencia se despertó a los seis años, cuando estaba convaleciente de unaenfermedad. Su padre le regaló una brújula y el chico, fascinado al vercómo la aguja siempre señalaba al mismo punto por mucho que la moviera,no paró hasta comprender su funcionamiento

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